08 junio 2013

[a pesar de Unamuno]

Las despedidas suceden al atardecer. Las ruedas del viento toman conciencia y las miradas atraviesan las líneas del tiempo. Si el pasado son desengaños, el futuro es ilusión. Los silencios subrayan la gravedad de los instantes y los símbolos se suceden, sin ningún tipo de azar: los pasajeros ajenos, la lividez previa al desgarro, la localización de las heridas. El guión es conocido. Abandonar el gesto, desprenderse de imágenes y prepararse para recordarlas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los amaneceres nos acercan los nuevos sueños. Las aspas en los molinos, cortan los recuerdos y sus silbidos nos devuelven al presente. Si los recuerdos nos arañan, los sueños nos reparan. Los pitidos nos devuelven al ahora y las imágenes nos despiertan, sin prisa: el letargo finaliza, un horizonte nuevo se dibuja, la sonrisa se vuelve a iluminar.La misma historia de siempre. Una voz, un color, unos versos...