Las despedidas suceden al
atardecer. Las ruedas del viento toman conciencia y las miradas
atraviesan las líneas del tiempo. Si el pasado son desengaños, el
futuro es ilusión. Los silencios subrayan la gravedad de los
instantes y los símbolos se suceden, sin ningún tipo de azar: los
pasajeros ajenos, la lividez previa al desgarro, la localización de
las heridas. El guión es conocido. Abandonar el gesto, desprenderse
de imágenes y prepararse para recordarlas.
1 comentario:
Los amaneceres nos acercan los nuevos sueños. Las aspas en los molinos, cortan los recuerdos y sus silbidos nos devuelven al presente. Si los recuerdos nos arañan, los sueños nos reparan. Los pitidos nos devuelven al ahora y las imágenes nos despiertan, sin prisa: el letargo finaliza, un horizonte nuevo se dibuja, la sonrisa se vuelve a iluminar.La misma historia de siempre. Una voz, un color, unos versos...
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